MM Siglo XII

De Cancioneros Musicales Españoles
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INTRODUCCIÓN

El siglo XII no es todavía una época en la que una relación de autores pueda darnos una idea clara de cuál era la vida musical del momento. Si bien es cierto que ya existen autores cuyo nombre guarda un sitio en la historia de la música, no resulta suficiente y, en nuestro caso, es muy insuficiente cuando la mayoría se vinculan a las escuelas francesas.

En nuestro ámbito sirve más comentar algunas situaciones históricas que dominaban, o al menos determinaban en gran medida, la composición del momento en Europa, en general, y en la peninsula en particular. Concretamente nos centramos en el Camino de Santiago, la supremacía del rito romano y el desarrollo de la polifonía.


EL CAMINO DE SANTIAGO

Desde un punto de vista social, el Camino de Santiago es una fenómeno de gran importancia y un ejemplo de organización que, por diversas vías y sendas dirigían, apoyaban y asistían al viajero en su marcha hacia la supuesta tumba del Apóstol Santiago.

En una época de peregrinaciones eran tres las metas más destacadas en la cristiandad: Roma, Jerusalén y Santiago.

El camino era una vía de comunicación de grandes dimensiones, colosal para su tiempo, que conllevaba un fluido cultural que vinculaba a Hispania con Europa.

Con el objetivo de favorecer el tránsito de los peregrinos, se construyen albergues, puentes y hospitales a la vera del camino. También se erigen y dotan de medios, Catedrales y Monasterios. No debe olvidarse que el camino transitaba por tierras no muy lejanas a la frontera entre dos mundos que tenían en la religión una de sus características distintivas, posiblemente la más evidente. Este respaldo a la religión cristiana cuenta también entre sus motivaciones el asentamiento del poder real, tanto de Castilla y León como de Navarra y Aragón.

Es sabido que la historia del camino comienza en el siglo IX, pero su paulatino auge hace que ya en el siglo XI sea un fenómeno de relevancia que atrae la atención de papas y reyes, destacando entre estos últimos la figura del Alfonso VI el Bravo, Rey de León, Galicia y Castilla, que, con la intervención del obispo Diego Peláez, en 1075 inicia la construcción de la Catedral de Santiago de Compostela, que concluye probablemente con el primer arzobispo de la ciudad, Diego Gelmírez, hombre próximo a Cluny, que contó con el apoyo de Alfonso VI y de su nieto Alfonso VII, aunque este al final se lo retirara imponiendo impuestos al obispado.

Entre ambos reyes las figuras de Urraca I, su hermana Teresa condesa de Portugal y Alfonso I de Aragón, con el que Urraca mantuvo un violento matrimonio hasta que el mismo fue anulado. Aunque los hechos de esta convulsa época quedan fuera del ámbito de este artículo, si cabe reseñar que los acontecimientos de esta época fueron el embrión de que el reino de Galicia se llegase a desmembrar dando origen al reino de Portugal, que la propia corona de Galicia fuese absorbida por la de León y, como curiosidad, que la propia Urraca I, enfrentada en algunos momentos al obispo Diego Gelmírez, sitiase y tomase la ciudad de Santiago de Compostela.

Pero, con independencia de estas luchas sucesorias, el camino seguía jugando su papel de canal cultural que unía a Santiago de Compostela, tan cerca del Fin de la tierra, con los pueblos de Europa, con sus costumbres, sus ideas, sus músicas e instrumentos. Y con Santiago todas las grandes ciudades del Camino, como, por ejemplo, Orense, León, Sahagún, Palencia, Burgos o Nájera, y todas las Coronas cristianas de la península Ibérica.

Y dentro de la cultura ibérica, Santiago guarda tal relevancia cultural que durante mucho tiempo el galaico-portugués fue el idioma predominante en las manifestaciones artísticas, no podemos dejar de recordar en este punto a los posteriores Pergamino Vindel o las Cantigas de Santa María.

Si bien ese flujo cultural aportó gran riqueza y aprovechamiento, también acarreó algunas pérdidas importantes, como el rito visigodo y su música, que en estos tiempos recibe su condena de muerte, aunque la ejecución fuese lenta y paulatina.

LA SUPREMACIO DEL RITO ROMANO

En Hispania, desde épocas anteriores al III Concilio de Toledo (589), se utilizaba el rito visigótico, siendo el utilizado generalmente por los cristianos tanto de tierras cristianas como, posteriormente, en las musulmanas. Esta liturgia es de tal arraigo y tradición, que el propio Concilio de Trento (1545-1563) lo reconoce como un rito propio de la Iglesia, cuando ya había cedido su lugar al rito romano.

Pero lo cierto es que el Papa Gregorio VII, que previamente había sido monje del monasterio de Cluny, impulsa la reforma gregoriana que, entre otros temas, atiende a la unificación litúrgica bajo el rito romano.

En la península Ibérica, Alfonso VI de León, Galicia y Castilla, muestra su gran aprecio a los cluniacenses, y no sólo impulsa el inicio de la construcción de la Catedral Románica de Santiago en 1075, además dona numerosos monasterios a esta orden como, por ejemplo, el Monasterio de San Isidro de Dueñas en 1073, San Zoilo de Carrión de los Condes en 1076, el Monasterio de Santa María la Real en 1079 o el de San Benito de Sahagún en1080.

Quizás por la la influencia de Cluny, Alfonso VI resulta un adalid convencido de la necesidad de la unificación litúrgica bajo el rito romano, para lo que convoca el Concilio de Burgos de 1080, donde se proclama la sustitución de la liturgia visigótica por la romana. Si bien no se conoce documentación de este Concilio, su realización y los aspectos que aquí nos interesan quedan claramente detalladas en las Crónicas najerenses.

Dado que esta decisión levanta muchas reticencias entre clero y pueblo, organiza un torneo entre dos caballeros que defenderán cada uno de ello a uno de los citados ritos, venciendo el defensor del rito hispánico. Alfonso VI no se da por vencido y convoca un juicio de ordalía o de Dios en el que se enfrentaban a las llamas un misal romano y otro hispánico; según cuentan las crónicas, el misal hispano parecía salvarse de las llamas, ante lo que el propio rey, dándole patadas, lo introduce en el centro de las llamas, proclamando a renglón seguido la victoria del rito romano.

Se concedió licencia para que se realizaran algunas actos litúrgicos bajo el rito visigótico en la Catedral de San Isidoro de León, autorización que también se dio, tras su conquista, a algunas parroquias de Toledo y Córdoba.

Para reforzar la decisión tomada, forzando aún más el uso del rito romano en los propios centros de culto, se nombra en cargos eclesiásticos a monjes cluniacenses, preferiblemente procedentes del propio monasterio de Cluny o de su entorno, como es el caso del primer arzobispo de Toledo.

Como consecuencia de la adopción del rito romano, la música visigótica va cayendo en desuso y se hace preciso sustituirla por una música acorde con los nuevos usos. La presencia de la orden de Cluny motivó la preferencia por una música que fuera conocida por la casa madre, por lo que el modelo francés, o modelos franceses, de música sacra se van imponiendo. Así, la notación del Codex Calixtinus es lorena, muy similar a los manuscritos de Nevers, próximo a Cluny.

Posteriormente, se encuentran en otros cancioneros esa influencia de las escuelas francesas, en particular de la escuela de San Marcial de Limoges y, por supuesto, de la escuela de Notre Dame de Paris, siendo los ejemplo típicos en la música hispánica los códices de Madrid y de las Huelgas.


LA POLIFONÍA

Muchos autores opinan que el siglo XII es el momento decisivo del paso de la monodia a la polifonía. Esto no debe hacernos pensar que la polifonía nace en este siglo, de hecho, Hucbald de Saint-Amand ya trata de polifonía en su libro De harmonica institutione, a mediados del siglo IX. También de esa época son los libros, Musica enchiriadis y Scolica enchiriadis, que también nos dejan muestras de polifonía.

Aunque posiblemente anterior, en los libros citados ya encontramos al organum, es decir un canto al que a la voz principal acompaña otra guardando en todo momento un intervalo fijo. Estos intervalos en esos momentos eran concordancias perfectas, es decir, en cuartas, quintas u octavas paralelas. Los composiciones de este tipo se denominan organum paralelo que perduran hasta el siglo XI.

A lo largo de este siglo las aportaciones fundamentales son la del discanto y el inicio en la polifonía del movimiento contrario, es decir, las voces abandonan el paralelismo y mientras una voz baja, la otra sube.

Al inicio del siglo XII en el Monasterio de Saint Martial de Limoges se desarrolla una importante escuela conocida con el nombre del monasterio, que rompe algunas de las normas mantenidas hasta ese momento, como admitir las consonancias imperfectas (terceras y sextas), se introducen más voces (dando lugar a los duplum, triplum y quadruplum), y se abandona el paralelismo. Todo ello da lugar a la aparición del organum melismático, es decir, en tanto una voz mantiene el tema gregoriano, la otra (u otras) realizan adornos y florituras con notas más breves que las del tema gregoriano.

A finales del siglo XII toma la hegemonía la escuela de Notre Dame de Paris, con su máxima aportación, la notación mensural, pero los importantes avances de esta escuela no pudieron influir en la composición del Codex Calistinus, ya que sus obras son de mediados del siglo XII o anteriores.

En conclusión, el camino de Santiago, la supremacia del rito romano y la extensión de la polifonía, pueden darnos una idea de las causas políticas, religiosas y musicales que conformaron el marco musical en que se desenvolvió la recopilación de cantos que incluye el Códice.